La historia de Diana Ángel y su cercanía con el VIH SIDA
A los 15 años se enfrentó con el VIH, desde entonces es una abanderada de campañas de prevención.
Es amiga de la comunidad LGBT y es una líder contra la discriminación y la violencia.
La actriz Diana Ángel no se sonroja ni se pone nerviosa cuando le tocan temas como el sida o la homosexualidad; todo lo contrario, habla clara y contundentemente de dos realidades para ella muy cercanas. "Tuve un tío que murió de VIH a finales de los 80 y su caso fue de los primeros que se veían en Colombia. En plena adolescencia enfrenté lo que significaba tener en casa a una persona de la comunidad LGBT, que tenía sida y que vino a morir con nosotros. Vi que no era fácil para ellos ser portadores de esa enfermedad y mucho menos decirlo; eran discriminados, en las clínicas prácticamente los aislaban y sin embargo en mi familia nada cambió. Nos parecía absurdo que los rechazaran por eso. Con mi abuela apoyábamos a quienes la gente alejaba por ser VIH positivo y por su condición. Vivir esto desde tan pequeña me generó muchas inquietudes sobre cómo debe ser la relación de los seres humanos y cómo debemos aceptamos. La discriminación para mí es uno de los peores flagelos de esta sociedad".
La experiencia y el cuestionamiento llevaron a la actriz a ser la imagen de la campaña llamada "El condón lo cargo yo", y a trabajar de la mano con entidades como Profamilia. "Muchos se escandalizaron porque eso les parecía un libertinaje femenino y tocó comenzar a cambiar esa mentalidad y decirles que el cuidado del cuerpo es de ambos, que el respeto por la mujer es importante, que el uso del condón es un diálogo y no una alternativa que no solo la pueden dar los hombres y que previene del embarazo y del VIH. Me parece que esa es la enfermedad a la que más miedo deberían tenerles los adolescentes y todos los que practican sexo sin protección. Algunos pueden convivir con el VIH, pero es incurable".
Diana Ángel alterna su trabajo como actriz con charlas sobre temas como estos y el maltrato contra las mujeres, la violencia intrafamiliar, la aceptación de la comunidad LGBTI (lesbianas, gays, bisexuales, transgeneristas e intersexuales) y la lucha por los derechos humanos. "Es inherente defender las causas justas. Los problemas vienen por la autoestima y la falta de amor propio por la violencia en que vivimos. Sufrimos de indiferencia, creemos que nunca vamos a ser víctimas. Jamás me han agredido físicamente pero sí de forma verbal. Fue cuando estaba en la universidad, tenía un novio muy agresivo y cuando me alzó la voz le dije que no lo soportaba. Su comportamiento era tan recurrente que lo mejor fue alejarme; no lo permito porque mañana nuestros hijos ven comportamientos de estos y van a seguir repitiéndolos, creyendo que eso está bien".
Bajo estos parámetros, Diana educa a su hijo y no se aterra con que el día de mañana él ame a otro hombre. "No voy en contra de la felicidad del ser humano y si mi niño en unos años me dice que es homosexual, lo apoyo. Independientemente de los que suceda, un papá no puede desconocer que la felicidad da tranquilidad. No le pondría ningún tipo de reparo. Lo único que me parecería raro es no ser abuela porque me gustaría. Para mí la felicidad del ser humano no se puede cuestionar".
La experiencia y el cuestionamiento llevaron a la actriz a ser la imagen de la campaña llamada "El condón lo cargo yo", y a trabajar de la mano con entidades como Profamilia. "Muchos se escandalizaron porque eso les parecía un libertinaje femenino y tocó comenzar a cambiar esa mentalidad y decirles que el cuidado del cuerpo es de ambos, que el respeto por la mujer es importante, que el uso del condón es un diálogo y no una alternativa que no solo la pueden dar los hombres y que previene del embarazo y del VIH. Me parece que esa es la enfermedad a la que más miedo deberían tenerles los adolescentes y todos los que practican sexo sin protección. Algunos pueden convivir con el VIH, pero es incurable".
Diana Ángel alterna su trabajo como actriz con charlas sobre temas como estos y el maltrato contra las mujeres, la violencia intrafamiliar, la aceptación de la comunidad LGBTI (lesbianas, gays, bisexuales, transgeneristas e intersexuales) y la lucha por los derechos humanos. "Es inherente defender las causas justas. Los problemas vienen por la autoestima y la falta de amor propio por la violencia en que vivimos. Sufrimos de indiferencia, creemos que nunca vamos a ser víctimas. Jamás me han agredido físicamente pero sí de forma verbal. Fue cuando estaba en la universidad, tenía un novio muy agresivo y cuando me alzó la voz le dije que no lo soportaba. Su comportamiento era tan recurrente que lo mejor fue alejarme; no lo permito porque mañana nuestros hijos ven comportamientos de estos y van a seguir repitiéndolos, creyendo que eso está bien".
Bajo estos parámetros, Diana educa a su hijo y no se aterra con que el día de mañana él ame a otro hombre. "No voy en contra de la felicidad del ser humano y si mi niño en unos años me dice que es homosexual, lo apoyo. Independientemente de los que suceda, un papá no puede desconocer que la felicidad da tranquilidad. No le pondría ningún tipo de reparo. Lo único que me parecería raro es no ser abuela porque me gustaría. Para mí la felicidad del ser humano no se puede cuestionar".
CRISTINA ESTUPIÑÁN
- Publicación
- eltiempo.com
- Sección
- Otros
- Fecha de publicación
- 17 de enero de 2013
- Autor
- CRISTINA ESTUPIÑÁN
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